EDITORIAL

Mayo de 2010


Raúl Fierro P.

Bastante agua ha corrido bajo el puente desde la anterior edición de este boletín a la fecha. Cambios importantes ocurridos principalmente en el plano político que, por cierto, influyen en el devenir de la educación en general, y de la educación universitaria en particular. Provocado por un fuerte grado de despolitización de nuestra sociedad y por el acentuado individualismo inherente al sistema económico neoliberal, finalmente la derecha llegó al gobierno. Por cierto, otras causas y errores políticos, principalmente de parte de la Concertación, posibilitaron esta situación. Sin duda, el triunfo de la derecha política es de notable importancia, sin perjuicio que este hecho constituye un serio retroceso de parte de las perspectivas democratizadoras impulsadas por las organizaciones sociales y partidos de izquierda. Como lo señalara Jorge Arrate en reiteradas oportunidades, “Piñera representa el punto más alto de fusión entre dinero y política. Hoy la derecha suma al poder económico, comunicacional y gubernamental, buena parte del Congreso y de los municipios, poderosas universidades, colegios y escuelas, instituciones de salud y seguridad social privadas, o sea, una concentración de facultades desconocida en Chile, salvo durante los diecisiete años de dictadura pinochetista.

En contraste con el triunfo de la derecha, por primera vez desde el término de la dictadura, llegan al Congreso tres diputados comunistas. Este hecho, aunque insuficiente para las grandes transformaciones que requiere nuestra sociedad, es un triunfo significativo de aquellas fuerzas que constantemente han estado luchando por una nueva constitución política en general y un cambio al sistema binominal, en particular. Al respecto, debemos señalar que la candidatura de Arrate puso sobre la discusión política el reemplaza de la actual Constitución mediante la creación de una Asamblea Constituyente, para permitir la expresión de la soberanía popular. Esta proposición llevó a los otros candidatos presidenciales, diferentes a Piñera, por cierto, a formular también la necesidad de cambiar la Constitución. Difícilmente, sin al candidatura de izquierda, algún otro candidato hubiera planteado esta necesidad. Otros planteamientos de parte de los candidatos presidenciales del centro político, como los derechos históricos de los pueblos originarios, la justicia plena en materia de derechos humanos y la recuperación del cobre para todos los chilenos, no habrían sido posibles sin la existencia de esta candidatura de izquierda. Por otra parte, y en relación a nuestra competencia, la candidatura de Arrate puso en el centro la necesidad de un trato digno para las universidades públicas y de avanzar hacia un sistema nacional de educación pública que signifique atacar de manera frontal las grandes desigualdades de nuestra sociedad. Aunque la izquierda, agrupada en el conglomerado Juntos Podemos Más, aspiraba a una mayor adhesión electoral, su candidatura presidencial obtuvo el 6.21% de la votación popular, alcanzando el más alto porcentaje obtenido por una candidatura presidencial de izquierda desde 1970.

No es posible esperar de parte de la Concertación una oposición franca al gobierno de Piñera. Algunos de sus integrantes han anunciado que una oposición frontal al gobierno traería como consecuencia el castigo de la ciudadanía. “Si hacemos una oposición dura e implacable, el país nos castigará.” (“El Mercurio” 7/2/2010). Por otra parte, otros han optado por integrarse al gobierno de Piñera. De modo que la tarea de producir un cambio de gobierno, en cuatro años más, descansa principalmente en las organizaciones sociales ligadas al trabajo, a la educación y a los partidos de izquierda

Otro fenómeno que, junto con producir un duro golpe a un gran número de personas, influyó en la situación política actual, fue el terremoto ocurrido recientemente en la zona centro- sur del país. Desde aquí también se ha pretendido obtener ganancias políticas, toda vez que ya se ha anunciado que muchas de las promesas de la campaña, por supuesto las que ya parecían demagógicas, tendrían que ser postergadas por la necesidad de reconstruir el país. Parece una paradoja que la reconstrucción deba postergar las necesidades inmediatas de la gente. Por otra parte, el pretendido gobierno de “unidad nacional” encuentra su mejor escenario ante la catástrofe ocurrida. De hecho, la Concertación ha disminuido la oposición existente a este tipo de gobierno hasta antes del sismo. Se agrega al eufemismo de “unidad nacional” el de la “oposición constructiva”. La verdad de todo esto es el aprovechamiento del alto grado de despolitización del país, para profundizar el modelo económico neoliberal, reafirmando el lucro como motor de todos los ámbitos de la existencia, disminuyendo el sentido de lo estatal y lo público, e intensificando los instrumentos de represión del estado. Los eufemismos mencionados son también caldo de cultivo para la precarización del empleo y la inestabilidad laboral. En concreto, estos eufemismos serán la base para establecer una complicidad que permite profundizar aún con más fuerza el modelo económico neoliberal. La nominación del gabinete presidencial es una muestra clara de las intenciones que en esta editorial se describen.

Finalmente, destaquemos que no es bueno llorar sobre la leche derramada, el gobierno hará lo que es propio de un gobierno de derecha, incentivará el lucro, junto a sus pocos aliados en la región, se opondrá a los principales gobiernos de justicia social existentes en América Latina, pero también no es difícil prever que las fuerzas vivas de nuestra sociedad darán una fuerte lucha por sus derechos, ya bastante conculcados desde el comienzo del neoliberalismo en nuestro país y el mundo.

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